jueves, 20 de agosto de 2009


MAS DESEMPLEO PARA BOGOTA
Transporte público en Bogotá tiene los días contados.


Así opera el negocio que tiene sus días contados
Con la entrada del SITP en 2014, desaparecerán más de 10.000 empleos directos e indirectos; Que involucran el sector autopartista y a transportadores.
Para comprender algo del lucrativo negocio de los buses en Bogotá, se debe relacionar necesariamente a empresarios y los propietarios de los vehículos.
Los primeros son los 'amos' y dueños de las rutas, que las recibieron por parte del Estado hace por lo menos 30 años. Allí no hubo procesos de licitación y, según expertos, el Gobierno no les exigió mayores requisitos.Los segundos, los dueños de los buses, deben comprar los vehículos (hasta 200 millones de pesos por un modelo 2007) y, posteriormente, afiliarlos por obligación a alguna de las 66 empresas existentes.
Dicha afiliación obliga al propietario a pagarle al empresario una especie de 'impuesto de rodamiento', de carácter mensual, que oscila entre 500 mil y 1'800.000 pesos. Esa plata es consignada en las cuentas de las empresas.
Los cálculos de los dineros que reciben los empresarios por este concepto son inimaginables, teniendo en cuenta que las cifras más conservadoras hablan de 16 mil buses y otras hasta de 20 mil.
El propietario, cuando afilia su bus, firma un contrato con la empresa afiliadora.
Los choques entre ambos sectores han obedecido a dichas condiciones de sometimiento de unos frente a otros.
Incluso, las diferencias son tales que los empresarios pueden llegar a 'sancionar' a los propietarios, asignándoles rutas denominadas 'castigo', porque no tienen una gran demanda de pasajeros.
Por su parte, los planes para renovar la vieja flota de buses no han dado mayores resultados. La gente sigue sometida a buses viejos, obsoletos y contaminantes.Tradicionalmente, el poder de los transportadores ha radicado en 'padrinos' políticos y en los paros y bloqueos a los que someten a la ciudad.
En el 2003, el entonces alcalde Antanas Mockus creó un fondo de chatarrización. De cada pasaje pagado por el ciudadano, una porción debía ir a una fiducia para destruir buses viejos y comprar nuevos. Pero el desorden ha sido tal que varios transportadores y propietarios no han girado la plata.